Estamos de enhorabuena ya que unos de los centros más emblemáticos de nuestro barrio, el CAMP, cumple 25 años. Precisamente este equipamiento asistencial se construyó mucho antes que las viviendas que ahora dan nombre al barrio, junto a la antigua carretera de Huesca. Por aquel entonces estaba completamente rodeado de campos, y la actual avenida sólo era una carretera con un carril en cada sentido.
Su historia y evolución está ligada al INSERSO, que tuvo el encargo de crear una red de centros en toda España para atender adecuadamente a las personas con “minusvalías psíquicas”. Hasta entonces estaban atendidas en instituciones religiosas, psiquiátricos o confinadas en sus casas. El CAMP de Zaragoza y los de toda España eran centros para atender a personas con discapacidad intelectual grave y profunda. Se daba respuesta a años de lucha y reivindicación de movimientos asociativos de familiares de personas con discapacidad intelectual. El primer objetivo era crear grandes centros de atención especializada, en los que además de cubrir las necesidades básicas de estas personas, se les dotara de la mayor autonomía y desarrollo personal y se mejorara su relación con otras y con el entorno. Hasta la creación de los CAMPs la atención había sido meramente asistencial.
Se trata de un servicio social especializado que presta atención integral (residencial y asistencial) a las personas con disminución psíquica profunda, grave o media asociada con otros tipos de deficiencias o discapacidades físicas o sensoriales graves que, en situación de dependencia para la realización de las actividades básicas de la vida diaria, precisan de cuidados permanentes. Los residentes reciben los apoyos necesarios para las actividades de la vida diaria (higiene, alimentación, vestido, movilidad y descanso). Tienen además tratamientos individuales, aulas de estimulación y expresión, y actividades de ocio y tiempo libre. Se cuenta además con un departamento de salud, fisioterapia, y un área prelaboral (terapia ocupacional y maestros de taller textil y de madera).
Funciona como centro residencial y centro de día en régimen de internado y media pensión. Está gestionado por el Instituto Aragonés de Servicios Sociales, organismo autónomo dependiente de la Consejería de Servicios Sociales y Familia del Gobierno de Aragón. Se puso en marcha con 120 plazas de internado, 2 en régimen de estancia temporal y 20 de media pensión. Estas plazas se mantienen hasta hoy y el centro tiene una ocupación cercana siempre al 100%.
El edificio ocupa una parcela cuadrada de 16.000 m2 de los que 6.200 m2 corresponden a la zona edificada estando el resto destinado a viales, aparcamientos y zonas ajardinadas. Consta de una edificación de dos plantas, con todos los servicios de atención a los residentes en planta baja y sin barreras arquitectónicas, con la siguiente configuración y distribución:
Planta baja:
- Zona de conserjería y vestíbulo principal con salón de actos.
- Zona residencial conformada por tres módulos de atención.
- Zona de despachos, aulas, peluquería y fisioterapia.
- Zona de enfermería y comedores.
- Zona de lavandería, mantenimiento, calderas, almacén y cocina.
Planta primera:
- Zona de oficinas, con dirección y administración.
- Zona de vestuarios.
Consta además de otro edificio separado donde se ubica el Area Ocupacional.
El 18 de junio de 1991 se abrían las puertas del CAMP para los primeros residentes. Muchos de ellos están todavía hoy en el centro, y algunos de los trabajadores que les recibieron también. La inauguración oficial tuvo lugar el 22 de junio de 1992. En aquella ocasión visitaron el centro la Ministra de Asuntos Sociales, Matilde Fernández, el Consejero de Sanidad, Bienestar Social y Trabajo del Gobierno de Aragón, José Marco, presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, así como Antonio González Triviño, alcalde de Zaragoza, entre otras muchas personalidades.
En estos 25 años se han producido cambios significativos en la concepción de la atención a la discapacidad y el centro ha evolucionado y quiere adaptarse a los nuevos modelos de atención:
1.- La primera muestra de estos cambios la tenemos en el lenguaje. Para muchas personas sigue siendo el CAMP, pero el centro ya no atiende a «minusválidos psíquicos», atiende a personas con discapacidad intelectual. Por ello ha pasado a denominarse CADI.
2.- Su misión es atender y contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual profunda, grave o moderada, y proporcionar apoyos para satisfacer sus necesidades y demandas personales, afectivas, sociales y materiales que favorezcan la convivencia, su disfrute de la vida, su autodeterminación, autonomía y participación. Las personas con discapacidad deben ser valoradas y aceptadas con intereses y necesidades individuales. Se reconoce además el papel primordial de las familias como lugar afectivo de referencia.
3.- El CADI-CAMP es un servicio social especializado público, con un equipo humano cualificado y profesional, motivado y comprometido siendo ante todo un recurso útil y rentable socialmente.
4- En este momento se afronta el reto del envejecimiento de su población. Los residentes que inauguraron el centro, entonces jóvenes y con energía, han envejecido, y es un hecho que el envejecimiento en personas con discapacidad gravemente afectadas, conlleva un deterioro físico muy importante. Más de la mitad de los residentes son usuarios de silla de ruedas y conviven ancianos con chavales jóvenes que han acabado la escolarización. Los usuarios del Centro de Día son más jóvenes. En esta residencia la población es estable, y durante una etapa muy larga de la vida el CADI-CAMP será el hogar de estas personas. Por otra parte se atienden a un espectro muy amplio de perfiles: problemas de conducta, parálisis cerebral, trastornos del espectro autista, algunos retrasos mentales moderados con problemas de conducta…
6.- El equipo de profesionales del centro es muy amplio, casi 200 trabajadores de diferentes categorías profesionales, unos de atención directa y otros en actividades de soporte de la residencia. Entre todos se logra que los residentes estén atendidos en sus necesidades básicas, tengan una vida digna y sean felices.
7.- Cuenta también con la colaboración de las familias, y su Asociación de Familiares, AFADI. Tiene un café-tertulia mensual que es lugar de encuentro para ellos y para los profesionales que asisten con regularidad. Los modelos de calidad de vida de las personas con discapacidad no se entienden sin considerar la calidad de vida de sus familias.
Veinticinco años después la Consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales, María Victoria Broto, asistió a la fiesta de primavera del CADI-CAMP, que este año ha coincidido con la celebración del 25 aniversario del centro. María Victoria Broto destacó excelente labor que se lleva a cabo en este centro público. La consejera insistió en que este centro es un ejemplo y ha destacado el compromiso y la profesionalidad de sus trabajadores. Broto recorrió, acompañada por la directora del centro, Elena Díez, y el director gerente y el director provincial del IASS, Joaquín Santos y Eduardo Traid, respectivamente la exposición fotográfica que, a modo de película de cine, hace un recorrido por los 25 años de historia de este centro, sus usuarios y sus trabajadores. Después pudieron compartir con trabajadores, familiares y usuarios una bonita fiesta con baile en los jardines del centro.
Los actos del aniversario también han incluido la actuación de un grupo infantil, Tricolotraco y un espectáculo de jota aragonesa, a cargo de la Escuela de Jota Parque Goya, programados a lo largo de varias semanas.
Desde hace unos años, se celebra una Jornada de Puertas Abiertas para los padres, madres y niños y niñas s del barrio durante las Fiestas de Parque Goya. Con ello se pretende mantener y estrechar esta relación con el entorno. Se avanza en visibilidad, los residentes disfrutan de paseos por las calles y plazas del barrio y se sienten parte de él. Son precisamente las personas con discapacidad intelectual profunda las que más desconocidas y las que menos se tienen en cuenta dentro del mundo de la discapacidad, por lo tanto la intención es seguir estrechando lazos con el barrio y con la ciudad para lograr su inclusión social.
Con el cambio de nombre del centro, ahora pasará a llamarse CADI, Centro de Atención de la Discapacidad Intelectual. Continua así su trayectoria como uno de los centros de referencia a nivel regional en el cuidado de estas personas, con la misma ilusión que durante los 25 años anteriores, y de la mano de su nueva directora, Elena Díez, la cual lo conoce bien ya que ha sido la trabajadora social del centro durante más de una década.